La I: the new gialllo press
Por: Jesús Manuel Lomelí
Cuando lo miré en las manos de un voceador me emocioné: ahora hasta el mal gusto tiene excelente diseño. El amarillismo, la sangrita de rigor y el sensacionalismo adquiere clase. Absurdo, el pasquín era la representación de que una mona vestida de seda se puede mirar elegante y rentable.
Me paré el cuello y me dije: Ahora alguien de mi exclusivísima clase puede leer basura con excelente diseño y sin que la tinta del papel te manche los dedos. No como la segunda sección del Mexicano, cuyas imágenes mal impresas han provocado que las modelos de sus últimas páginas aparezcan semidesnudas al no tener correctamente plasmado el bikini que el editor le regala para taparle sus atributos y respetar los límites de la moral. En Tijuana, sólo las imprentas cometen inmoralidades.
Cuando en 1999 apareció el periódico Frontera para competir con la gorda anacronía de El Mexicano, lo hizo ataviado de profesionalismo: un excelente diseño y corbatas para todos los reporteros. Seis años después, no ha logrado vencer la única sección – seamos honestos – que le interesa a la gente leer en los periódicos locales: Los clasificados. En ellos, queridos míos, reside la superioridad del periódico de Eligio Valencia.
No conforme con ello, El Mexicano abrió una segunda sección vespertina, caracterizada por su contenido amarillista y sanguinolento, con algunas notas deportivas y al final, una riquísima modelo que suele mandarle saludos a los taxistas o calafieros. A mí jamás me ha enviado uno.
Como sea, ¿Qué hace el periódico Frontera, la editorial Healy, para combatir la versión de El Mexicano en mal gusto? Sencillo: Contrata asesores españoles, se arma de un buen diseño, un equipo de comunicólogos jóvenes, y voila, imprime La I, información para ti. El periodismo sensacionalista que vino para darle clase a Tijuana en materia de mal gusto.
Y se dieron cuenta: La gente no lee el periódico en Tijuana. En una ciudad de dos millones de habitantes, ninguno de sus diarios principales rebasa un tiraje diario de 17 mil a 20 mil ejemplares. La competencia dentro del periodismo serio y con rigor acabó en publicaciones sensacionalistas, de lectura aún más superficial.
Por supuesto, ya no se trata de lograr un periodismo digno y ejemplar. No es rentable. No sirve de nada en una ciudad que se torna indescriptible hasta en los periódicos. En realidad, para que una descripción sea válida debe rendir cuentas exactas con el interés de quien la lee.
Como sea, la aparición del diario La I representa la victoria de El Mexicano sobre el elegante manual de estilo de la editorial Healy. Entre ellos se trata de competencia, para concluir quien de los dos debe informarnos a través de todos los estilos posibles. Sin embargo, a veces creo que, como los gobernantes, cada ciudad tiene el periodismo que se merece.
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