el escritor del mes
Michael Houellebecq contre le monde, contre la vie
Escritor dinamita. Demoledor, descontento por el vacío existencialista que paraliza a todos los demás, situado en el momento justo de apostar y apuntar soluciones que pueden modificar la naturaleza del hombre, pero sabiendo de antemano que toda felicidad es imposible.
Vivir sin leer, nos dice, es peligroso, obliga a conformarse con la vida. Houellebecq nos confunde, es un poliedro difícil de interpretar. Pide demasiadas claves, sentido del humor, un conocimiento geopolítico de la ironía, destellos de desamor, un acercamiento físico a la historia personal reciente. Houellebecq nos hace desconfiar de nuestra forma de leer las cosas, de la forma en que asimos la realidad.
Nos tortura, nos cuestiona, nos muestra el video de nuestras miserias, de nuestro fracaso en aquel viaje de rebajas o en la sex shop que hace confortable nuestra desazón. Con una frialdad, con un desdén, con una pasión de cirujano que irrita a algunos y excita a otros. Por eso no extraña que sea considerado un caso, un fenómeno de temporada, reaccionario y nihilista al mismo tiempo.
Houellebecq escribe parte biografía, parte ensayo teórico. Una reflexión con tono glacial. Pero lo hace bien. Y se disfruta. O, al menos, sirve como terapia. La infancia como reflejo del optimismo que no lleva a ninguna parte, el sexo como acción pospuesta o simple intercambio de bienes de consumo y el alcoholismo como desilusión, como grieta que marca un posible escape a una situación deprimente. Una triada que no abandona, que está siempre presente. Sí, Literat der single-generation es una buena etiqueta.
Puedo confesar haber llorado de forma inconsolable al final de la segunda parte de Plataforma, su novela sobre turismo sexual, terrorismo e intolerancia religiosa. En ese momento comprendí que la infelicidad es el estallido de una bomba molotov en el paraíso, la amenaza fundamentalista, nuestra fútil resistencia a un mundo globalizado que no se decide a plantear en crudo las cosas de cara al momento histórico que nos toco vivir. Houellebecq sí.
Si en su novela Ampliación del campo de batalla, la lucha era contra el capitalismo en etapa neoliberal -que ha convertido todo en parcelitas disponibles para competir en un mercado voraz-; en Las partículas elementales se leía un ataque frontal a la generación protagonista del mayo francés, la cosa hippie y la sociedad de consumo que se consume sin remedio.
Houellebecq es alguien para quien el futuro siempre surge, pudiéndose narrar de forma distinta, transmutándose en el ultimo capítulo; sin importar si es un fracaso adelantado, o esa crítica que se espera, el dolor como colofón sin alivio. Él ya estaba condenado. Lo abyecto, ya lo dijo, es lo verdadero (así sea la proclama de bombardear Bruselas o un juicio por incitar a la xenofobia).
Descontando a Bret Easton Ellis, no había encontrado algún otro hermano perdido en estos caminos de la literatura, alguien cuyo trabajo tuviera algo de todo: cuestiones de ideología, acercamientos a lo científico, poesía, un buen uso de lo panfletario, reflexión teórica con argumentos y ese dejo de frío sentimentalismo filosófico; alguien que actúa como revulsivo en nuestra zona de confort. En sus palabras, que fuera el reflejo de la efervescencia caótica de un proceso de creación.
Su ultima novela The Possibility of an Island, un examen del mundo moderno, el juicio de la vejez y la muerte del amor según los comentarios de la crítica especializada, fue editada el pasado mes de noviembre.
Bibliografía recomendada-Extension du domaine de la lutte (Ampliación del campo de batalla), 1994
-Les Particules élémentaires (Las partículas elementales), 1998
-Interventions (El Mundo como supermercado), 2000
-Plataforme (Plataforma), 2001
Sitio oficial:
www.houellebecq.info/
Poemas en: www.eldigoras.com/poemes/houellebecq.htm
December 18, 2005
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