Seis mentiras para Alemania 2006
Javier Fernández, Mr Phuy
Javier Fernández, Mr Phuy
Que Riquelme aburre
Cuando la opinión pública se enfade de cruceros espaciales y pierda vitalidad la conquista de Marte; NASA y Lockheed Martin voltearán al extremo opuesto del infinito y crearán un micro transbordador para viajar al centro de Román Riquelme. ¿Qué van a encontrar? Hongos, trufas, crustáceos, arrecifes de disfraz transparente, alfileres que sostienen figurillas de jade, pieles de carnero, chispas, impermeabilidad. Falta mucho por decir acerca de este Maradona con polio. Han dicho que, para ganar un juego, necesita perder tres; han dicho que funde sus ganas en la aurora, han dicho que baila. En todo caso, si Ronaldinho baila una samba estrambótica que catapulta a los campeones, lo de Román es un flamenco recesivo.
Que Messi se desvanece en el aire
Por cuestiones de cupo, no pudimos ver a Batistuta y Crespo juntos. Que lo diga Péckerman: en una cancha que mide lo mismo, tiene bufando al dardo inteligente Lionel Messi y a la escopeta Carlos Tévez, ansiosos por hacer dúo con el enriquecido Crespo, un sacerdote en el área. La idea de las patrias (por demás caduca, proletaria) hace que Lionel Messi sea arrancado de la humanidad para entregarse a la Argentina, que lo enfundará de celeste y blanco para llevar la copa a Buenos Aires por primera vez en veinte años: una eternidad para Lionel que nació en 1987. Es una epístola lo que viene. Un relato sin figuras centrales donde abunda la sal, los pleitos por el agua, la estremecedora fe de los misioneros que susurran y se encapuchan en su pierna izquierda. El gancho de tanto disparate es Messi, casi argentino, casi español, casi un puño de libélulas.
Que Adriano la rompe
De donde vengo, el compromiso no es con la fuerza sino con el funk en todas sus formas. De donde vengo, el fútbol se hace de aciertos, soplos, levedades, los jugadores de mucho músculo quiebran la simetría y se ganan tarjeta amarilla desde el vestidor; por eso, de donde vengo Bebeto es “el devenir” y Adriano “el acumulamiento”. Alguien dijo que si Christian Vieri fuera brasileño ningún seleccionador lo habría llamado, y ahora vemos esto. No es frecuente que Brasil alinee a un predador marcial, operático, frío. De donde vengo, las habitaciones son caperuzas de granito en lugar de pirámides, altisonantes en su arquitectura pero vacías de símbolos. Montado en rinocerontes, numeroso, temerario y, sin embargo, pulcro -un equilibrio de carácter sinfónico-, Adriano es brutal incluso en sus delicadezas.
Que Kaká está poblado de voces
En Italia, el fútbol de alta competencia se arrebuja en un lío de testosterona, flujo de capitales y la culpa católica del empate a cero. Qué gusto es ver a Kaká desenredar esos partidos en un lance de antílope. Cuando el niño prodigio del Sao Paolo llegó al Milán de Ancelotti, no se habló de contratación sino de inserción: el bello futbolista se empotró en el brazalete ofensivo como lo haría un zafiro simple. ¿Qué añade su encanto a los tecnócratas? Un tragaluz. ¿Y a los melómanos? Viruta y pellejos. En lo superficial, Kaká es el jugador más hermoso del fútbol europeo -título que antes llevaron Jari Litmanen, Fernando Redondo y Fabrizio Ravanelli-. En lo profundo, lo distingue la filosófica conducción de pelota, el humor violáceo en lugar de violento, un ligero carruaje y el aceitado de ideas que aporta a sus equipos.
Que Pires no tiene lagrimales
La lesión de Zinedine Zidane en Japón/Corea 2002 causó un efecto sísmico en la selección francesa, pero la ausencia de Robert Pires, menos publicitada un mes atrás, había roto las cervicales del equipo. Ignoro si Pires será titular en este Mundial, como también si Francia será capaz de aprovechar su juego de arpegios y guijarros, de pescador sin vocación, de isótopo insurgente, como ha hecho el Arsenal desde hace años. En sus mejores partidos, Pires luce las virtudes del fútbol criollo como una verdad universal. No se dice “en sus mejores partidos”. Se dice “en sus paseos por la comarca”, “en sus aproximaciones, en sus hallazgos”. Un defensor de la liga inglesa cuyo nombre se omite por razones de honor dice que, tras írsele Pires con una artimaña rumbo al área, cayó en una fosa de muros amarillos de donde hubo que sacarlo con fármacos.
Que Maldini ha muerto
Paolo Maldini luce veterano desde 1990. El año de su debut se perderá en la noche de los tiempos y este tipo de enunciados ayudará bastante a que así sea. Es capitán y es nodriza. Lo he visto imponerse en el centro del área como también perder cientos de pases, dualidad muy celebrada en Italia. Si se le abre paso, cruza el medio campo con aire precautorio -le incomoda la urgencia por volver-, como un caballero medieval al corazón del bosque a quien los chiflones de aire le hacen ver que se ha adentrado demasiado. No conozco el resultado de esta guerra, pero tampoco busco negar lo siguiente: verlo en acción es toda una experiencia. De alguna manera, me hace extrañar a Baggio. Tomándolos en paralelo y en plan de biógrafo, considero la trayectoria de Maldini como una vista panorámica al fútbol italiano; en tanto que la de Baggio, inconstante y genial, es una ojeada a la belleza del fútbol.
1 comment:
Perdon, el comentario que puse no se donde! parece que va aquí. Eso que al mundial le faltaba un Javier Fernandez.
Que manera de regresar el balon al campo.
(si no fuera por radiante no apareces).
Saludos
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