June 04, 2006

supergarage

Diez indicios de la desaparición del portero Raygoza.
Informe del monaguillo Estrada.


No es fácil ser Sacerdote en Tijuana. Dios manda que nadie entre a su reino sin las garantías de santidad necesarias y toma su libretita dorada y abre la página 66 y con su dedo índice o con el meñique apunta el nombre escrito con letra escarlata manuscrita en estricto español o en el idioma que se le antoje porque para eso es Dios. La hoja tiembla en su antiguo corazón de árbol, la tinta se desvanece y como que se desmaya, el pequeño ratón que habita debajo de las faldas de Dios escucha un como relámpago y se asoma curioso y levanta la bastilla del faldón y ve cómo el tiempo se arremolina en una sucia llamarada de colores, y el ratón sostiene la respiración para que Dios no vea que anda husmeando. La vena del tobillo de Dios se inflama y flexionando el empeine y levantando el talón, da un golpe con la sandalia al piso y el piso y el universo se cimbran porque a Dios no le gusta que nadie que no sea santo sea testigo de sus arranques divinos que para algo es Dios y exige privacidad.
Dios no quiere que nadie entre a su reino si no es santo probado, y el Papa, cualquiera que sea su número, recibe la orden directa de Dios porque para eso es Papa y manda a sus Cardenales, y estos a sus Monseñores y los Monseñores a sus Excelentísimos y estos a sus Sacerdotes y todo es prisa, tropezones, empujones y bravatas, porque Dios quiere que le hagan caso de volada, aprisita, y no que lo dejen con la palabra, es decir con el verbo en la boca, mientras, los Excelentísimos, los Ministros y Monseñores están acurrucados en su cama con un niño y una niña envueltos como regalo de cumpleaños.
No es fácil ser sacerdote en Tijuana. El Padre Ignacio recibe la orden de Dios y la encomienda de que investigue la milagrosa desaparición del portero Raygoza, y como el Padre no tiene por el momento muchas obligaciones, pero tampoco quiere más, manda al que esto escribe, a que de inmediato y rapidito, indague y haga un informe del caso que ha consternado a la población de la Colonia Bella Vista.
Doy pues, de un trancazo, el resultado de varios meses de seguimiento e investigaciones. .

1.- La crónica es la siguiente: El partido se celebró en la cancha de tierra de la Colonia 20 de noviembre. El enfrentamiento se dio entre lo Madereros del Remate y los Rayos del Sindicato de Electricistas. Partido de Liga, jornada trece, domingo a las doce horas. El partido tuvo un público de aproximadamente ciento treinta y ocho personas, de las cuales todas presenciaron el milagro, es decir, todas vieron la desaparición del portero Benjamín Raygoza , o mejor dicho, todas dejaron de ver al presunto arquero santo.
2.- Minuto cuarenta, segundo tiempo, Madereros va ganando con marcador de ocho goles a cero, de los cuales siete, son culpa evidente de las malas aptitudes de Raygoza, portero suplente de los Rayos, el octavo, todos coinciden, sí fue culpa de la defensa.
3.- Minuto cuarenta y tres: El balón se le pasa por debajo de los pies a Raygoza, se trata de un tiro flojo y lejano que hasta un bebé pudo atajar. Los compañeros de Raygoza, encolerizados le reclaman y lo empujan, el entrenador de los Rayos, entra al campo, se abre paso entre los rijosos, llega a donde está Raygoza y lo patea y lo escupe. Raygoza, escondido entre la red del arco sale por un hoyo y comienza a correr, todos lo persiguen, el público se mete también a perseguirlo en un especie de euforia colectiva, aproximadamente doscientas cinco enfurecidas y fanáticas personas, entre público y jugadores, tras el portero, quien corre como loco por todo el campo. Pasados tres minutos, lo tienen acorralado en el centro del estadio, lo van cercando poco a poco, y de pronto sucede el milagro.
4.- Raygoza desaparece. Nadie puede describir exactamente lo que ocurrió. Las versiones son distintas, no se sabe exactamente si desapareció como truco chafa de cine, o se desvaneció hasta desaparecer, o se esfumó, o qué pasó. Lo único cierto es que de estar en el círculo central, de pronto, en un abrir y cerrar de ojos, ya no estaba.
5.- Una luz cegadora, un disparo de nieve, un hoyo en el piso, una lengua de dragón, un escarabajo gigante, un señor con traje gris oscuro, un rostro como el de Jesús, una paz en el ambiente, una botella de plástico de Gatorade volando graciosa por el aire, una rodillera sangrada, una cruz en el cielo cargado de nubes, un árbol de aguacate retorcido, un diente de oro milenario… son algunas de las cosas que los testigos vieron al momento de la desaparición.
6.- No hubo pánico, es curioso pero no hubo pánico, los jugadores, el equipo técnico y el público se quedaron quietos por espacio de diez minutos, nadie comprendió nada, comenzaron a buscar sin hablar, más de doscientas personas obsesionadas de pronto por tratar de encontrar al portero Raygoza, barrieron minuciosamente todos el terreno del campo, buscaron por los alrededores, y nada.
7.- Todos regresaron al campo. Una muchachita de 13 años de nombre Rosita, encontró en el piso la banda roja de capitán que portaba en el brazo Raygoza antes de su desaparición. La muchachita alzó el pedazo de tela con la mano derecha, y la llevó a su corazón. Un temblor indescriptible se apoderó de la inocente y en medio de todos, sufrió un colapso nervioso que desembocó en una serie de convulsiones grotescas.
8.- La gente se hincó mientras la muchachita lanzaba gruñidos y sonidos extraños. Una urgencia incontenible por orinar se apoderó de todos, nadie se contuvo. Sopló un viento hediondo que levantó el polvo ocasionando tos en los presentes, y cada quien como si de un sueño se tratara, regresó a su carro, caminó a su casa y durmió el sueño más tranquilo que jamás había dormido.
9.- Es difícil ser monaguillo en Tijuana. Para mí que no estuve el día del milagro, se trata de un caso de infiltración divina, por decirlo así. Raygoza se hizo ojo de hormiga porque vio que lo iban a matar, y yo sé, porque conocí a Raygoza desde niño, que desarrolló un poder, que tenía un don, divino, claro. Raygoza desaparecía en el momento más oportuno. Desde los siete años el niño Raygoza se hacía transparente. Yo lo intenté muchas veces, pero nunca lo logré. Cada vez que el Padre Ignacio nos metía a su cuarto a mí, al entonces niño Raygoza y a otros cuatro niños y niñas más, él desparecía, se hacía como muerto primero y luego como transparente, y su cuerpo dejaba de ser cuerpo y era aire flotando, lejos del alcance del Padre.
10.-Dios no quiere que nadie entre a su reino junto a él si no es santo, y yo creo que el portero Raygoza jamás verá a Dios, ni oirá el silbido de Dios, ni escuchará el sonido de la sandalia de Dios, porque Dios no quiere a los cobardes que ante cualquier prueba se desvanecen como frágiles margaritas. El portero Raygoza, el más goleado de la ciudad, se pudrirá en el infierno, porque teniendo un poder divino no tuvo la fuerza y el espíritu suficiente para padecer con dignidad. Y yo tocaré la puerta del Padre Ignacio, para entregarle este informe, con cuidado, porque con Dios y con el Diablo es lo mismo, hay que andarse con mucho cuidado.

-Héctor Villanueva

1 comment:

Anonymous said...

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