December 01, 2005

medios: el asunto de la censura

la silla eléctrica



El enredoso asunto de la censura

Nosotros no somos finlandeses, tenemos claro de qué lado estamos. La censura nunca será radiante (sorry, cuban people). Como Hebbel, creemos que no hay censura que no sea útil. Una verdad (casi) inobjetable ya que, continuando con la idea de Hebbel, cuando no nos hace conocer nuestros defectos, nos enseñan los de aquellos que censuran.
La censura enreda el tejido social, nos corta vías de información, nos presenta una visión parcial de la realidad o, en determinados casos, distorsionada hasta el punto de hacerla irreconocible y, caso mas triste, tan fragmentada y enredada que nos impide entender de qué va el rollo.
Sin embargo, reconocemos que la censura es una palabra difícil, malentendida, que se aplica en cualquier contexto aunque no siempre de manera acertada. Censurar es juzgar, corregir o elaborar un juicio que no tiene porqué ser represivo (aunque en el contexto cotidiano tenga siempre esta carga negativa).
Si Yahoo censura el contenido de los blogs en China para proteger sus tratos económicos con el gobierno de ese país, es visto como una decisión de negocios por unos y para otros, es coartar el derecho a la libre expresión. Si un diario decide elaborar una campaña de desprestigio a tal o cual candidato, se ve como asunto de política editorial. Y es que, lamentablemente, tampoco conocemos los criterios o códigos de ética que se manejan, la afiliación religiosa/ideológica, o la intensa relación entre el contenido de la información y el público al que va dirigido.
Veamos algunos ejemplos locales:
Caso 1
Artista extranjero expone en institución cultural. Sus imágenes intentan atrapar una realidad concreta: la nuestra. Colocadas, big format, en el exterior, resultan atractivas para unos, sin interés para otros. Lo habitual.
Sin embargo, algo llama la atención. En ambos lados de la entrada principal, cuelgan sendas imágenes de mujeres desnudas. La del lado derecho es sólo una silueta que sirve como envase al conjunto de medicinas que se pueden conseguir over the counter en los cientos de farmacias que hay en TJ. Imagen poderosa, que sintetiza de manera perfecta esa permisividad social y el deseo reprimido, una vuelta de tuerca a ese imaginario de nuestra ciudad como territorio salvaje. El turismo actual no son teeangers drunkies y pendencieros, sino old people en busca de sus pastillas controladas (de dieta, vigor sexual, etc.).
La segunda, muestra el dibujo de una chica desnuda, pezones al aire, con un texto de tono erótico escrito a manera confesional. Esa es la que llama la atención del integrante de un grupo que, como muchos otros, cuidan la imagen de Tijuana. Habla con la encargada de la exposición y le explica los motivos de su descontento, señalando que, enfrente, está una iglesia católica.
La obra permanece en exposición el periodo estipulado.
Caso 2
Artista visual entrega un conjunto de fotos a institución reconocida para una expo de cierre de festival literario. Las imágenes forman parte de un estudio sobre arquitectura emergente en la ciudad (sí, esas casitas hechas de material reciclado y caminos trazados con llantas. La otra cara del boom de los desarrollos habitacionales). Cabe mencionar que, la obra, ha sido publicada en revistas, libros y espacios en internet de prestigio.
Justo el día del evento, el dueño del lugar –que buscaba el reconocimiento del mismo como espacio cultural- rechaza la exposición, argumentando que eso no era arte y que no quería mostrar esa imagen de la ciudad. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, el evento cambia de sede.
Caso 3
Joven actor denuncia, a través de una carta publicada en medios locales, el atropello cometido en contra de su persona y su actividad artística por parte de la responsable de la venta de alimentos en el café donde iba a celebrar una temporada de teatro. No le fue permitido el acceso al lugar, ni para el ensayo ni para la función. Al no obtener una respuesta favorable a su problema ni a la atención requerida y solicitada a autoridades competentes al asunto, decide suspender las funciones.

Las preguntas a contestar son:
Caso 1.
¿Tiene derecho, un miembro de cualquier grupo social, demandar quitar la obra del artista, porque lo ofende? ¿Cómo evitar esa liga peligrosa de moralidad pueblerina con falta de conocimiento sobre tendencias artísticas? ¿Cómo defender una obra que es tan fácil atacar? ¿Son unos senos dibujados, más peligrosos que la denuncia de ese turismo pastillero? One too explicit, the other too cryptic? El espacio público se torna, entonces, una zona para el diálogo con nuestros haceres y quehaceres, que expone nuestros miedos y filias, ese gran lienzo en que dibujos así, cuestionan nuestros valores. Eso es bueno.
Un intento de censura velada que, afortunadamente, no prosperó.
Caso 2.
¿Qué nos dice una lectura mucho más profunda? El arte como espejo no funciona, el arte es, dicen, un martillo. Aquí no había desnudos, había una realidad urbana retratada en forma artística. La miseria puede ser bella, si acaso solamente en el aspecto estético (el teatro povere brasileño es prueba de ello). Y aquí, surge otra: ¿cuáles son los criterios para manejar espacios alternativos? Un espacio alternativo tiene el objetivo, por naturaleza, de presentar obras y tendencias alejadas de la corriente principal. ¿O en algún momento nos perdimos? ¿Cómo no caer en la incongruencia de posturas militantes ante la debilidad de nuestros argumentos ante hechos y realidades concretas? No las podemos evitar, ahí están y alguien se encargará de señalarla. Nos gusten o no. No podemos ser tan dogmáticos y absolutistas, ni dejar que nuestros gustos personales afecten las relaciones de negocios (no es profesional, vamos).
Aquí podemos citar, no de memoria, las palabras de Savater: Fui un revolucionario sin violencia, quisiera ser un reaccionario sin vileza.
Censura, triste censura.
Caso 3
Este caso, llama la atención porque liga otras cosas: impunidad y prejuicios, falta de atención y/o seguimiento por parte de representantes culturales (los encargados de esa institución) ante una problemática dada y, sobre todo, la fuerza de la denuncia. Hacer pública la situación nos invita a reflexionar a todos los demás sobre nuestra posición, a tratar de entenderlo tomando en cuenta la información vertida y, sobre todo, a diferenciar entre una y otra cosa. Sirve para documentar prácticas que, de no señalarse, podrían continuar. La intolerancia, por ejemplo. O la incapacidad de las autoridades competentes para resolver un problema de esta índole y la facilidad con que cualquiera de nosotros, puede instalarse en el papel de censor. El respeto al otro, a su carácter distinto y diverso, creemos, es la clave.
Parafraseando a Franco, ¿usted ha visto algún censor que no sea tonto? Seguiremos informando.

-Radiante Crew

1 comment:

Víctor Manuel said...

Caramba, aunque no soy español me preocupa que Franco quede como una autoridad sobre la censura. Pero lo que quería señalar es que hay un término medio que no es censura y que podríamos denominar moderación, que no es más que dar a cada manifestación su espacio sin que necesariamente ofenda o provoque a los que no quieren o deben (por razones de edad, por ejemplo) participar de ello. Pero hay una censura más profunda que se da en todos nosotros: la interna, la vocecita que edita antes de que se escriba, se pinte, se dibuje, porque conoce las expectativas sociales, y esa produce un arte mediocre y desabrido.


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